¡Si le enseñas a leer
dejará de ser esclavo!
Leer te da alas, te hace libre...
Frederick Douglas, el gran hombre de raza negra del Estado
norteamericano, consejero y amigo personal del presidente Abraham Lincoln,
nació esclavo en Maryland, en el año 1817. Siendo niño, la esposa de su amo,
que era una mujer tierna y bondadosa, pretendió enseñarle las primeras letras
del alfabeto en el silabario. Al descubrir este hecho el amo blanco se
enfureció y lleno de ira le increpó a su esposa gritándole:
- ¡Qué estás haciendo, mujer!
- Enseñándole a leer a este niño. Pero, ¡por qué tanta cólera!
- ¡Si le enseñas a leer dejará de ser esclavo! -fue su respuesta contundente.
Desde ese momento, cuenta Frederick Douglas,
comprendió -al oír tales palabras- cuál era el camino que tenía que recorrer
para dejar de ser paria, siervo y explotado. Se le reveló, como si los cielos
se rasgaran, cuál era el secreto para aspirar a ser un hombre libre, razón por
la cual dedicó todas sus energías a aprender a leer, primero, y luego a
devorar, -a escondidas de sus opresores- todo aquel rastro y vestigio de letras
que encontrara a su paso, llegando a ser, -como de hecho lo fue- el gran
libertador de su raza, puesto que a él cupo redactar el decreto de la abolición
de la esclavitud que luego firmara y refrendara Abraham Lincoln.
Este hecho histórico nos ilustra cómo la lectura es
importante para ser hombres libres y resulta fundamental para la plena
realización del destino humano sobre la superficie de la tierra. Y todo ello,
porque permite a una persona elegir, entre una gama muy amplia de asuntos y
materias, aquella pepita de oro, haz de luz o diamante vital que se adopta y
luego se expande; doctrina de vida y desarrollo personal que más le conmueven y
repercuten en el espíritu y constituyen nuestra misión de vida. Pero, además,
porque los libros permiten de manera ilimitada profundizar en los temas o
propósitos que cada quien elige, debido a que todo el conocimiento sobre una
materia está depositado en los libros, permitiendo a toda persona realizarse
plena y lúcidamente en la vida.
¡Si le enseñas a leer
dejará de ser esclavo!
Leer te da alas, te hace libre...
Frederick Douglas, el gran hombre de raza negra del Estado
norteamericano, consejero y amigo personal del presidente Abraham Lincoln,
nació esclavo en Maryland, en el año 1817. Siendo niño, la esposa de su amo,
que era una mujer tierna y bondadosa, pretendió enseñarle las primeras letras
del alfabeto en el silabario. Al descubrir este hecho el amo blanco se
enfureció y lleno de ira le increpó a su esposa gritándole:
- ¡Qué estás haciendo, mujer!
- Enseñándole a leer a este niño. Pero, ¡por qué tanta cólera!
- ¡Si le enseñas a leer dejará de ser esclavo! -fue su respuesta contundente.
- ¡Qué estás haciendo, mujer!
- Enseñándole a leer a este niño. Pero, ¡por qué tanta cólera!
- ¡Si le enseñas a leer dejará de ser esclavo! -fue su respuesta contundente.
Desde ese momento, cuenta Frederick Douglas,
comprendió -al oír tales palabras- cuál era el camino que tenía que recorrer
para dejar de ser paria, siervo y explotado. Se le reveló, como si los cielos
se rasgaran, cuál era el secreto para aspirar a ser un hombre libre, razón por
la cual dedicó todas sus energías a aprender a leer, primero, y luego a
devorar, -a escondidas de sus opresores- todo aquel rastro y vestigio de letras
que encontrara a su paso, llegando a ser, -como de hecho lo fue- el gran
libertador de su raza, puesto que a él cupo redactar el decreto de la abolición
de la esclavitud que luego firmara y refrendara Abraham Lincoln.
Este hecho histórico nos ilustra cómo la lectura es
importante para ser hombres libres y resulta fundamental para la plena
realización del destino humano sobre la superficie de la tierra. Y todo ello,
porque permite a una persona elegir, entre una gama muy amplia de asuntos y
materias, aquella pepita de oro, haz de luz o diamante vital que se adopta y
luego se expande; doctrina de vida y desarrollo personal que más le conmueven y
repercuten en el espíritu y constituyen nuestra misión de vida. Pero, además,
porque los libros permiten de manera ilimitada profundizar en los temas o
propósitos que cada quien elige, debido a que todo el conocimiento sobre una
materia está depositado en los libros, permitiendo a toda persona realizarse
plena y lúcidamente en la vida.